La decisión del gobierno de rebajar el Impuesto sobre el Valor Añadido que se carga en la adquisición de obras de arte ha despertado una agria polémica. A juicio de muchos, se trata de abaratar las transacciones en un mercado frecuentado por los ricos, mientras acaba de subirse el mismo impuesto en muchos bienes de primera necesidad, que mayoritariamente consumen los pobres; una medida clasista, en suma. Sin desdeñar esa explicación, me pareció - y así lo expresé en Twitter - que se trataba más bien de darle una bofetada al mundo de la cultura, lo que en nuestro tiempo viene a significar el cine y el teatro, amigos de Zapatero ("los de la ceja", llegaron a ser llamados) y que resultó seriamente perjudicado por la anterior subida del IVA. Pero, tras pensarlo unos días, he llegado a la conclusión de que hay algo más, y algo de la mayor importancia.
Al gobierno le quedan menos de dos años para preparar las próximas elecciones, y en este preciso momento va por debajo del PSOE en las encuestas. Es evidente el por qué. Empezó incumpliendo, no de una manera suave sino brutal, lo que había prometido en la campaña electoral unas semanas antes. Pretendió escudarse en una herencia dejada por los socialistas, que el PP no se esperaba, pero eso no se lo cree nadie. En algunos casos, sus medidas no sólo eran innecesarias sino que despertaron la general oposición, como la LOMCE. Quizá el único punto de su programa que está tratando aplicar, la contrarreforma de la ley del aborto, ha puesto a este gobierno en boca de toda Europa, y contribuido severamente al descrédito de España. Y sólo tiene dos años para enmendar la situación. Por otra parte, es dudoso que pueda cumplir sus compromisos de déficit con la Unión Europea. Verdad es que, tras la estabilización de algunos indicadores macro estos meses de atrás, el gobierno podría esperar un trato benevolente, incluso si no cumple con el objetivo de déficit. Pero Rajoy no quiere vivir de limosnas. Quiere dar una lección de buen hacer y, si al propio tiempo recupera votos, miel sobre hojuelas. Así es que sospecho que se ha embarcado en una aventura de altos vuelos.
Lo que creo que el gobierno se ha propuesto hacer con la bajada del IVA para las obras de arte es un experimento. Si sale bien, bajará el IVA de otros productos; si mal, quizá todavía lo intente con el IRPF. Creo que está apostando a la "ley de Laffer", moderadamente ahora, para con suerte jugarse el todo por el todo después. La ley de Laffer puede explicarse con ayuda del gráfico adjunto. Con un tipo impositivo como to la recaudación tributaria es Ro. Al aumentar el tipo impositivo se mueve uno por el tramo de pendiente positiva de la curva de Laffer, hasta alcanzar una recaudación máxima, RM, correspondiente al tipo tM. Se puede continuar aumentando en tipo impositivo, sin duda, pero así se entra en el tramo de pendiente negativa, lo que significa que mayores impuestos se traducen en menor recaudación. Por ejemplo, con un tipo como t*o, considerablemente mayor que to, sin embargo, se recauda exactamente lo mismo, con el consiguiente perjuicio para la sociedad, que paga mayores impuestos para obtener idénticos servicios.
El problema siempre es saber si el sistema tributario se encuentra en el tramo de pendiente positiva o en el de pendiente negativa. Aparentemente, Motoro cree que, en cuanto a obras de arte, se está en el segundo, con lo que, al bajar el tipo impositivo, se podría incrementar la recaudación. Bueno, habrá que ver qué resulta del experimento. Pero, incluso si da buen resultado, éste nada nos dirá del correspondiente tramo en que se encuentra, por ejemplo, el tipo para los automóviles, o cualquier otro bien o servicio gravado con el IVA. Perfectamente podría ocurrir que aumentara la recaudación por obras de arte y, puestos a generalizar la bajada impositiva, en unos productos aumentara igualmente y otros disminuyera, con incierto resultado neto.
En todo caso, el mero hecho de que Rajoy se haya embarcado en una operación así muestra que está dispuesto a pisar fuerte. Y si la jugada termina saliéndole bien, sospecho que tendremos Rajoy (y Motoro) para rato.
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