Mañana los británicos participarán en una ceremonia
surrealista, tramada y ejecutada por el premier David Cameron para presentarse
a las próximas elecciones con dos referéndums (el escocés y éste) convocados y
ganados por él mismo, pero dejándolo todo como habría estado sin haberlos
convocado. Una completa tomadura de pelo, sólo que muy peligrosa. No tengo nada
en contra del derecho a decidir, ni tampoco a favor; sencillamente, me parece
irrelevante en ciertos contextos, como pertenecer o no a la comunidad de
propietarios del edificio donde está nuestra vivienda, pertenecer o no al Reino
Unido, pertenecer o no a España. Desprovisto de místicas connotaciones
decimonónicas (el dictum hegeliano de
que el Estado es la marcha de Dios sobre la tierra), el Estado actual no es más
que una comunidad de propietarios, con algunos servicios de protección mejorada
para los más desfavorecidos. Las facturas comunes hay que pagarlas entre todos,
no vale escaquearse para irse de gorra. Pertenecer o no a la Unión Europea es
ese mismo problema incluso más claro. Cuando los efectos de la separación
afectan a otros, el derecho a decidir es una reclamación solipsista. Me molesta
la gente que va por el mundo como si ella fuera lo único importante.
En el caso británico, la probabilidad de que ganen los
partidarios de que el Reino Unido salga de la UE es baja, pero aun así el
ejercicio de atisbar qué podría pasar si ganaran no es ocioso. Cameron prometió
el referéndum creyendo que la City londinense (que ya es la única parte
dinámica de la economía británica) se veía perjudicada por la preponderancia
del euro en la UE. Fíjense que hasta el Banco Central Europeo es reconocido
como una institución fundamental de la UE, cosa que el Banco de Inglaterra no.
Eso molestaba a los ingleses más tontos. Pero en el tiempo transcurrido, la
City ha hecho saber a Cameron que la preponderancia de la City en las finanzas
europeas es tan grande, a pesar del euro, que salirse de la UE es lo que les
haría verdadero daño. La City estaría dispuesta a abandonar la libra y entrar
en el euro con tal de no perder la favorable posición que ha conquistado. Y ahí
tenemos al infeliz de Cameron diciendo donde dije digo, digo Diego. Me temo que
su futuro político está sentenciado. Jugando con las cosas de comer, ha dado
alas a los reaccionarios del UKIP, el partido ultranacionalista, que serán los
triunfadores de este referéndum pase lo que pase mañana.
Alemania ha tomado nota, y desde luego estoy con ella. Esta
broma no puede volver a repetirse, incluso si termina como es debido. Si sale
mal, la foto fija va a ser despiadada. Estados Unidos ha dado alas al Reino
Unido con eso de la special relationship.
Ahora empiezan a darse cuenta los americanos del riesgo que se corre con
tonterías como ésta. Pero puede que sea tarde. Si triunfan los del brexit, la UE
estará condenada. Dinamarca o Suecia o ambas irán detrás. Alemania se
atrincherará en el euro, del que sí que no hay posibilidad de salir, como
comprobó Grecia el año pasado. Exteriormente, todo continuará como si tal cosa,
sólo que después de la entrada de Turquía, entrará Marruecos… Hasta Siria entrará
a su debido tiempo. La UE quedará en un acuerdo absolutamente diluido; es
decir, en nada. Alemania se reposicionará; se alejará de EE.UU. y se acercará a
Rusia. Alemania ya está organizando un ejército europeo a partir del propio. Lo
que está claro es que no va a salir perdedora de esta crisis, resulte mañana lo
que resulte. Unidades del ejército holandés ya están bajo mando alemán, y hay
planes de hacer lo mismo con el ejército polaco. Y mientras, la OTAN hace
ejercicios militares, de cientos de tanques y aviones, bajo el supuesto de que
Rusia invada a Polonia. Un poco de seriedad, Rusia no va a tocar a Polonia
porque Polonia es alemana… a cambio de Ucrania, por supuesto, que también
estaría condenada si ganara el brexit. Como lo estaría la propia OTAN.
Nada de esto va a ocurrir, desde luego, porque el brexit
perderá mañana. Pero, señores, con las cosas de comer no se juega.