El pasado 9 de septiembre diversos observatorios registraron
un temblor de 5,3 grados en la escala de Mercalli y con epicentro en el noreste
de Corea del Norte. Se atribuye a un ensayo nuclear realizado en el Sitio de
pruebas de Punggye-ri, donde se han efectuado todos los de su especie hasta la
fecha. Éste es el quinto, y el mayor de todos. Diversos geólogos han llamado la
atención sobre la proximidad del volcán Paektu, en activo aunque la última
erupción fue en 1903. Todas las pruebas han sido subterráneas, y existe el
temor de que su repetición pueda desencadenar una erupción en fecha más o menos
cercana.
Se especula con la importancia estratégica de este ensayo.
La carrera nuclear de Pyongyang empezó en 2006, con una explosión que se estima
en menos de 1 kilotón (kt) de potencia. A efectos de comparación, la explosión
de Hiroshima fue de entre 13 y 15 kt. Desde entonces, la potencia ha ido
creciendo; en 2013, el tercer ensayó alcanzó una estimada entre 6 y 16 kt,
equivalente a la del segundo ensayo estadounidense, que destruyó por completo
la ciudad japonesa. Al parecer, el cuarto ensayo, en enero de este año, fue un
fracaso relativo pues, aunque Kim Jong-un, el líder norcoreano, presumió de
haber conseguido la bomba de hidrógeno, se estima que la potencia no llegó a 10
kt. La primera bomba-H, «Ivy Mike», explosionada por los estadounidenses en el
atolón Enewetak del Pacífico el 1 de noviembre de 1952, alcanzó 10,4 megatones
(mg), más de mil veces la potencia del ensayo norcoreano de enero de 2016. La
del ensayo de septiembre se estima en 20-25kt, todavía muy insuficiente para
calificar el arma asociada de «bomba de hidrógeno» o «termonuclear».
Sin embargo, los expertos llaman la atención sobre la
progresión norcoreana. Pyongyang parece estar cubriendo etapas en un recorrido
que han cubierto antes las potencias nucleares más avanzadas. Estados Unidos,
en su quinto ensayo nuclear, Yoke, también
en el atolón Enewetak, en 1948, introdujo uranio enriquecido lo que, con
ciertas innovaciones técnicas, permitía a la vez reducir el peso de la bomba y aumentar
la potencia. Ésta alcanzó 40 kt; lejos de la bomba-H pero al menos tres veces
superior a la bomba-A de Hiroshima. Los expertos se dividen. Unos están casi
seguros de que Corea del Norte introdujo dichas innovaciones en el ensayo de
enero (pero algo salió mal) y en el de septiembre, donde ha tenido éxito; otros
creen que la potencia se mantiene en el rango de Fat Man, la bomba de Nagasaki (21 kt). La importancia radicaría, en
este caso, no tanto en la potencia, que también, como en la reducción del peso.
Fat Man pesaba 4.670 kilos. Un peso
así no puede ser transportado más que por un bombardero estratégico. Pero una
bomba que pesara 500 kilos con esa potencia podría ser lanzada con los misiles balísticos
que ha ensayado con relativo éxito Corea del Norte: Hwasong-7, tierra-tierra,
con un alcance de 1.000 km, y Pukkuksong-1, lanzado desde submarino y con un
alcance de 500 km, lo que expone a Japón y a la base de Guam, posición más avanzada
de Estados Unidos en el Pacífico. Los expertos calculan que el peso de la carga
nuclear obtenida por Corea del Norte hasta la fecha ronda los 650 kg.
El anuncio llega en el peor momento para Occidente. Estados
Unidos se ha comprometido a fondo con el fallo del Tribunal Internacional de La
Haya, en julio de este año, que es contrario a los intereses de China en los
mares circundantes. La presencia de una potencia nuclear que es firme aliada
del gigante asiático no puede sino arrojar nuevas sombras sobre el futuro de la
región.


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