Las consecuencias de la derrota de Pedro Sánchez en el
comité federal de este fin de semana van mucho más allá de la (previsible)
investidura de Mariano Rajoy con la abstención de buena parte de los
socialistas. Hay asuntos de mucho más calado que tardarán años, puede que
incluso décadas en dirimirse.
La primera consecuencia, y la más profunda, es en el nivel
discursivo. El análisis de Sánchez y sus fieles es que ellos no son
singularmente responsables de las derrotas en los últimos comicios generales,
sino que, puesto que los principales beneficiarios de las mismas son partidos
de algún modo surgidos de la indignación, las raíces de la derrota hay que
buscarlas en las políticas que llevaron al 15-M; es decir, en el giro en la
política económica tomado en mayo de 2010 y prolongado por Rajoy. Dado que
tanto PSOE como PP han perdido apoyo ciudadano en beneficio de Podemos y
Ciudadanos, la situación de multipartidismo habría que verla como resultado de
una reacción social a la vez contra Zapatero y contra Rajoy. La recuperación de
los votos perdidos vendría de un giro a la izquierda que corrigiera aquel giro
inicial a la derecha.
Los críticos han impuesto un discurso distinto, que
básicamente es el del pensamiento único. No hay alternativa a las políticas
económicas del último ZP y de Rajoy; otra cosa nos enfrentaría a Europa. El
problema está en el primer ZP, al cual Sánchez pretendería emular. No hay más.
Las consecuencias de este secuestro del discurso por la
derecha lleva incluso más lejos. La causa del independentismo catalán no fue la
intolerancia del PP (por ejemplo, con el recurso del Estatut ante el TC) sino
la permisividad del PSOE-PSC. El PSOE es responsable no sólo de arruinar las
finanzas públicas sino de casi haber hundido el régimen constitucional en
España. Un partido surgido de la indiferencia hacia a la Constitución de 1978
(recordemos que el PP viene de AP, que dio a sus diputados libertad de voto
sobre el texto constitucional), aparece como salvador de la misma, y uno de los
partidos que más hizo por traerla y el que más por consolidarla, ahora puede
ser presentado por los que se han hecho con el poder como responsable de llamar
a la anarquía. Una inversión completa de valores y perspectivas históricas.
En otras palabras, el PSOE ha renunciado a su derecho de
primogenitura constitucional. Y todo, ¿por qué? Por lo que para
algunos en su seno no son más que lentejas: que el PSOE no estorbe la
investidura de Rajoy si no tiene diputados para formar gobierno.
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