El diario londinense de negocios Financial times inició hace algún tiempo una serie de artículos sobre la crisis del capitalismo, e invita a lo que ellos consideran expertos económicos y financieros a dar su opinión al respecto. Allí se ve de todo, pero predominan las visiones que encuentran el origen de las actuales tribulaciones en la creciente desigualdad en el reparto mundial de la renta o en el peso opresivo de los gobiernos sobre la libertad individual; son las clásicas visiones de izquierda y derecha, respectivamente. Simpatizo con la visión de izquierda, pero no me la termino de creer. O mejor, diría que se queda en la superficie del problema. Dicho con crudeza, el capitalismo nunca ha salido de sus crisis repartiendo más sino menos justamente. Y la razón no es la habitualmente esgrimida por los neoliberales (“hay que poner el dinero en manos de quienes pueden crear empleo”) sino una más sutil y menos edulcorada. Puesto que los asalariados apenas tienen capacidad de ahorro, el necesario tirón de la demanda vendrá del sector exterior (exportaciones), del déficit público o del consumo de los ricos. Las exportaciones de todos los países no pueden crecer al mismo tiempo, luego lo que unos países ganen otros lo perderán por este concepto. El déficit público termina siendo políticamente inviable, como ocurre ahora mismo; y lo es por la sencilla razón de que los ricos prefieren la última solución, naturalmente. El consumo de los ricos tira de la demanda, de la actividad y del empleo de algunas industrias; el mayor empleo en ellas empieza a recuperar el consumo de sus asalariados, con lo que también se tira de la demanda de las industrias que abastecen el consumo de los pobres. Y así, sucesivamente, en un «círculo virtuoso», que lleva a la disminución del paro y la recuperación de la normalidad. Que se opte por la salida a la crisis basada en el consumo de los ricos y no por la basada en el consumo público financiado con déficits es producto, enteramente, del resultado de una lucha de clases que, en palabras de Warren Buffet, va ganando la suya.
Por eso creo que no hay que escandalizarse demasiado por datos que nos han escandalizado recientemente, como que la compra total de automóviles en España cayó en 2011 el 18% mientras la de vehículos de alta cilindrada subió el 83%. Eso podría significar, precisamente, un comienzo de reactivación, en el sentido que estoy señalando. Y, ojo, no digo que no haya que escandalizarse en absoluto, sino que no hay que escandalizarse demasiado. Tampoco digo que haya que rendirse y renunciar a gravar esas compras con un IVA de lujo, por ejemplo, porque creo que nunca hay que renunciar a la lucha por imponer una salida basada en el gasto público y no en el consumo de los ricos. En realidad, la salida por la primera puerta es más a costa del déficit que del gasto público, pero está claro que, frente a la marea política por el déficit cero, e inclinándonos frente a esa marea para que no nos quiebre, una manera de conseguirlo más equitativa es el IVA de lujo que la subida del tipo general del mismo impuesto.
Pero hay, a mi juicio, una cuestión previa y más profunda en el sentido económico, ya que no en el social. Incluso una salida basada en el consumo de los ricos se frustrará si no se resuelve el problema fundamental de esta crisis, que no es otro que el financiero. Si no se aborda este problema, creo que todo lo demás es accidental, y que la lucha de clases, por muy respetable que sea, será por migajas. Vamos, que no se va a resolver nada importante frenando el consumo de coches de lujo, salvo que los pobres se queden un poco más satisfechos porque no se ofende su sentido de la ética social, pero con el mismo paro poco más o menos. O tenemos claras las prioridades, o incluso una salida basada en el déficit se frustrará si no somos capaces de abordar como es debido el problema financiero. Y lo que me hace ser pesimista es que no veo a la sociedad actual consciente del problema financiero, salvo – nuevamente – en aspectos superficiales y más morales que económicos, como la retribución de los directivos bancarios y similares. Me temo que, tome la lucha de clases el curso que tome, tenemos crisis para rato.
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