¿Qué es lo que hace ver la botella medio llena o medio vacía? Más aún, ¿qué hace que una botella que está casi llena la veamos medio vacía? Durante el pasado viernes, 7 de febrero, las instituciones comunitarias, los medios de comunicación y gran parte de los observadores estuvieron en un sí es no es por dejarse arrastrar del pánico. La causa la había proporcionado a primera hora el tribunal constitucional alemán, al pronunciarse sobre las operaciones llamadas OMT de compra de bonos por el Banco Central Europeo, cuyo solo anuncio había traído paz a los mercados en el atribulado verano de 2012, cuando incluso se vislumbraba el colapso del euro. El viernes, los mercados reaccionaron inicialmente a la baja para luego invertir el movimiento y acabar ganando, concretamente el Ibex-35, algo más del 1%. Pero las instituciones y los medios estuvieron agitados todo el día, y hasta el propio BCE se pronunció defendiendo la legalidad de sus políticas, y el ministro español de Economía se apresuró a apoyarlo.
En la entrada anterior a ésta reproduje la parte crucial de la sentencia, donde el constitucional germano desgrana sus dudas. Al parecer, éstas sentaron mal. Vivimos una época en que el Poder (así, con mayúscula, como si fuera de naturaleza divina) no soporta no ya la menor crítica, sino la menor duda; es, en palabras de una política española, "esto o la nada". El constitucional alemán se declara incompetente para decidir acerca de la demanda de inconstitucionalidad en Alemania de la política del BCE. Esto tampoco gustó, al parecer; ese alto tribunal tendría que haberse pronunciado por la plena constitucionalidad de la cosa. En España, es lo que nuestro constitucional habría hecho, a plena satisfacción del Poder. ¿Pero saben a mí lo que me parece que ha hecho el tribunal alemán? Ha dado una prueba de su independencia. El efecto jurídico es idéntico, pero se abstiene de lamer las botas del Poder. Y remite la causa al tribunal europeo de Luxemburgo: ¡Oh, qué peligro!, cuando todo el mundo conoce que la sentencia del tribunal europeo está cantada. ¿Pero saben lo que mí me parece esto, con independencia de que el fallo del europeo esté cantado o no? Una prueba de europeismo. El tribunal alemán constata, de una forma práctica y enormemente efectiva, que el sistema judicial europeo ha quedado profundamente transformado, de forma que ya no puede considerarse a sí mismo como última instancia. Algo que somos incapaces de entender en España, cuando se crítica a los jueces por ejecutar de inmediato, por ejemplo, el reciente fallo europeo sobre la doctrina Parot.
Hasta aquí, la botella está llena al 75%. Veamos ese pequeño espacio que el tribunal constitucional alemán ha dejado medio vacío. La remisión del caso al tribunal europeo el alemán la razona con diversos argumentos hipotéticos, haciendo, como quien dice, de "abogado del diablo" pero también lo contrario; avanza en la deliberación del caso. Entiende que hay una interpretación amplia de las medidas OMT y otra restringida, y se pronuncia claramente por la restringida. Incluso reconoce que las declaraciones de los responsables del BCE en el proceso y previamente ante el Senado alemán apuntan hacia la interpretación restringida: la compra de bonos es admisible siempre que no se realice a su cargo quitas de deuda (es decir, que el BCE no "perdone" la deuda después de haberla comprado), que se haga con condiciones y no en cantidades ilimitadas, y que se lleve a cabo sin distorsionar los precios "hasta donde sea posible". Todo esto suena muy razonable. ¿Dónde está, pues, el problema? Muy sencillo, en que excluye la interpretación amplia; en que no dice claramente que hay que dejar al BCE hacer lo que le dé la gana.
¿Y saben lo que me parece a mí esta parte del fallo, sin duda la más importante? Que el tribunal alemán está defendiendo la democracia, está defendiéndonos a todos los ciudadanos europeos de las posibles arbitrariedades de un organismo inmensamente poderoso, al que nadie ha elegido democráticamente, y que no tiene que rendir cuentas más que ante sus iguales. Y eso, que el tribunal alemán prevenga implícitamente contra la dictadura del BCE, a la que considera injustificada incluso en situaciones de pánico financiero, es lo que ha puesto nervioso al Poder.
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