Es una hipótesis planteada por el escritor
catalán Carles Enric López (@carlesenric). Hasta el 8 de agosto, a lo más
tardar según la normativa vigente, el ejecutivo de Puigdemant puede convocar
elecciones autonómicas en Cataluña para el 1 de octubre. ¿Activará el gobierno
central el artículo 155 de la Constitución, que suspendería la autonomía
catalana? ¿Con qué motivo? ¿Haber convocado elecciones autonómicas anticipadas,
dentro de las competencias estatutarias de la Generalitat? Absurdo. ¿Saberse
que es una tapadera para colar de rondón, en la misma jornada, mediante una reduplicación
de urnas, el referéndum ilegal? Y si es así, ¿por qué no se suspendió la
autonomía cuando se dio a conocer el referéndum, y se hace en cambio ahora?
¿Porque los independentistas han sido lo bastante listos para idear una
artimaña que burle la oposición del gobierno central? Gol por la escuadra.
Una dificultad del plan estriba en que
cierto número de presidentes de mesa se nieguen a admitir una segunda urna para
depositar papeletas de Sí o No a la independencia. A mi juicio la dificultad es
pequeña. Para eso está el nuevo director de los Mossos, calificado por Gregorio
Morán de «delincuente político», que impartirá las oportunas órdenes para que
los uniformados instruyan a los presidentes a acatar las decisiones de la
Generalitat. El referéndum se hace. Por un margen más o menos estrecho, ganan
los independentistas. Proclaman la independencia. El gobierno central activa el
artículo 155. El govern, en rebeldía, da a conocer la ley de desconexión, hasta
ahora secreta.
Se abren varios escenarios posibles:
1)
La ley de desconexión incluye
la constitución de un Banco Nacional de Catalunya, con competencias de
autoridad monetaria. Es el escenario más simple. El Banco de España anuncia a
TARGET-2 que un banco central no perteneciente al Sistema Europeo de Bancos
Centrales se ha hecho cargo de las sucursales y oficinas de los bancos con sede
en Cataluña, por lo que éstos dejan de disfrutar de la condición de
contrapartes del Banco Central Europeo. Al mismo tiempo, el BdE dispone que
todos los bancos españoles traten a sus sucursales y oficinas en Cataluña como
empresas extranjeras, igualmente no pertenecientes al BCE. Esto supondría de
facto el reconocimiento de la independencia de Cataluña y su salida automática
de la Unión Europea y de la zona euro. Creo, sin embargo, que los
independentistas no se situarán en este escenario por miedo a que el gobierno
central acepte entrar en él. Dudo que quieran volver a la peseta.
2)
La ley de desconexión no
incluye prevision alguna sobre la autoridad monetaria. Es decir, los
independentistas aceptan mantenerse en una union monetaria con España para no
ser expulsados de la zona euro. La UE seguiría considerando todo el asunto un
problema interno de España. Pero es evidente que la independencia sería una
filfa si no se traduce en la apertura de embajadas en París, Berlín y otras capitales
europeas. La de Londres la tienen asegurada; conseguir otras es cuestión de
tiempo. Este escenario desembocaría en presiones para que España reconozca la
independencia. Si resiste, a pesar de todo, se dará el curioso caso de un país
que está fuera de la UE pero dentro de la zona euro.
Ambos escenarios tienen importantes costes
para las dos partes. El escenario 1) comporta para los independentistas el
riesgo de dejar al país sin liquidez; Puigdemont se vería en la situación de
Tsipras hace dos años. Y aunque las aguas terminaran volviendo a su cauce y los
independentistas tuvieran que deponer su actitud, la sequía monetaria habría
actuado como un moderno bombardeo de
Barcelona por Espartero.
El escenario 2) es más favorable para los independentistas. Una vez declarada la independencia ante la impotencia del gobierno central, su estrategia sería usar el poder para perpetuarse en él y mientras ir abriendo embajadas, a sabiendas que la negativa del gobierno central a reconocer la independencia permitiría a Cataluña mantenerse dentro de la UE y de la zona euro. Hasta el momento en que la propia UE convenciera a España de lo absurdo de no reconocer la realidad.
El escenario 2) es más favorable para los independentistas. Una vez declarada la independencia ante la impotencia del gobierno central, su estrategia sería usar el poder para perpetuarse en él y mientras ir abriendo embajadas, a sabiendas que la negativa del gobierno central a reconocer la independencia permitiría a Cataluña mantenerse dentro de la UE y de la zona euro. Hasta el momento en que la propia UE convenciera a España de lo absurdo de no reconocer la realidad.
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