La escenografía separatista de Cataluña sigue adelante. Hace poco menos de un año traté el tema desde el punto de vista político, y realmente nada tengo que añadir a lo dicho entonces, que sigue siendo perfectamente válido. Lo que me interesa destacar ahora es que lo que empezó como una comedia amable ha adoptado recientemente tonos de novela picaresca. Es lo que llamo "economía política de la Cataluña independiente".
Lo que era de esperar ha ocurrido. La proverbial inacción de Rajoy ("hay asuntos resueltos por el paso del tiempo y asuntos que el paso del tiempo está por resolver") ha terminado por producir sus frutos; la Comisión Europea, ya de la nervios, se ha visto obligada a precisar que una Cataluña independiente estaría de facto fuera de la propia UE. Eso al Gobierno parece haberle dejado muy satisfecho, por aquello tan español de que mejor que otros resuelvan nuestros problemas, pero lo cierto es que no ha hecho más que complicar las cosas. Ahora nos vamos a dar cuenta de que, detrás de Mas y los soberanistas, ha habido la gran masa de los indignados catalanes, y que éstos no pueden por menos de haberse alegrado de la perspectiva de salir de la UE, a la que culpan de los recortes y reformas estructurales que han provocado el paro y el estado de malestar que vive no sólo Cataluña sino España entera. Es más, eso de que Cataluña saldrá de la UE no ha dejado tampoco indiferente a la indignados de toda España, que empiezan a ver con cierta envidia el proceso soberanista.
La reacción de Mas a las declaraciones de la Comisión Europea tampoco se han hecho esperar. Ni corto ni perezoso, ha prometido que, aunque Cataluña sea expulsada de la UE, se mantendrá en el euro. Hay que reconocer que el tal Mas, en enredar, es un verdadero experto. A sus indignados, la cosa no tendría que haberles hecho puñetera gracia, pero se da por descontado que lo ha dicho para tranquilizar al capital que, como los promotores de Barcelona World, también empezaba a ponerse nervioso. Pero el asunto tiene más enjundia de la que parece pues los capitalistas no son tontos, y se preguntarán cómo podría Cataluña estar fuera de la UE y dentro del euro; cabe esperar que el Govern tenga una respuesta. Y la respuesta es ésta: Cataluña podrá mantenerse en el euro incluso estando fuera de la UE si se convierte en un "paraíso fiscal". Y esta perspectiva es suficiente para que la Comisión Europea se repiense todo el asunto.
¿Y por qué no? Naturalmente, la UE prohíbe los paraísos fiscales, e incluso ha liquidado el de Chipre y estaba dando pasos para poner coto al de Luxemburgo. Pero una Cataluña independiente (y libre de cargas financieras, o casi, porque el pícaro Mas no piensa hacerse cargo de un solo euro de la deuda soberana de España: esto es crucial), y que hubiera sido expulsada de la UE, estaría fuera de su disciplina, y por tanto en plena libertad para convertirse en paraíso fiscal o lo que le diera la gana. Esto le abrirá la carnes a más de uno en Europa.
¿Y qué se tiene que hacer ahora? Para empezar, dar por terminado el "buen rollito" mantenido hasta ahora por Madrid (y cuando digo "Madrid" quiero decir todo el sistema político español). Estupideces extemporáneas, como lo de "catalanizar España", tan sólo responden a intereses mercenarios. Tampoco se puede continuar apelando a la "lealtad constitucional", como se empeña en hacer el PP, cuando el nivel de las apuestas convierte a la Constitución en papel mojado; algunos descerebrados sueñan todavía con meter los tanques en Barcelona, sin pensar que tendrían que sacarlos a los tres meses y con el rabo entre las piernas. ¡Qué más podría querer Mas que salir triunfante de la Cárcel Modelo! Y la España federal, tan cara al PSOE, no es más un ensueño de evasión en estos momentos. De manera que hay que prepararse para que el Govern declare unilateralmente la independencia de Cataluña sin que Madrid pueda hacer nada por evitarlo. Esto es lo que en otra parte he denominado "choque de trenes".
Lo primero será ajustar cuentas con Cataluña, a sabiendas de que que la falta de acuerdo llevará a que ambas partes pierdan. El pícaro Mas da por hecho que Madrid no querrá perder nada y que, no queriendo perder nada, acabará por perderlo todo. Es de una lógica implacable. Y sólo tiene una respuesta: estar dispuesto a perder, y a ver quién pierde más.
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