martes, 30 de agosto de 2011

Brindis al sol

Moody’s acaba de decir que la reforma constitucional para limitar el déficit contribuirá a tranquilizar a los mercados. Una predicción así demuestra lo discutible de todas las opiniones de las agencias de calificación de riesgos crediticios. Ciertamente, la Bolsa ha celebrado la noticia con una fiesta. Pero ¿cuánto durará? Moody’s ha hecho una apuesta que le saldrá barata. ¿Por qué no recalifica al alza la deuda de España o al menos mejora la perspectiva de su rating? Claro, eso es harina de otro costal. Las restantes agencias permanecen en silencio, y es evidente el porqué. Esta reforma constitucional, incluso teniendo aspectos que los mercados no pueden dejar de valorar positivamente, lleva impresa con demasiada claridad la marca de fábrica de los últimos cuatro años. Comparte todos sus rasgos de suficiencia, de improvisación, de auto contradicción, de negar radicalmente la eficacia de su ejecutoria política anterior. Es el postrer bandazo, y a los mercados no les gustan los bandazos.

He pronosticado que la prima de riesgo no bajará ya de 300 puntos básicos; si ahora está ligeramente por debajo es sólo por las compras de deuda española llevadas a cabo desde hace semanas por el Banco Central Europeo. La reforma, diseñada para producir efectos en 2020, tiene como objeto rebajar los intereses en la subasta de bonos a diez años, sobre cuyo precio de negociación en el mercado secundario se calcula la prima de riesgo o diferencial con respecto a lo mismo en el bono alemán. Lo que la reforma viene a decir es que no debe haber miedo a que España no cumpla con sus compromisos financieros, toda vez que, para cuando los bonos a diez años que hoy emitimos tengan que redimirse, el gobierno estará obligado constitucionalmente a no superar el 0,4% de déficit y el 60% de deuda pública sobre el PIB. Ambas previsiones deberían servir de suficiente garantía para los inversores.

Lo que la reforma no dice, porque no lo puede garantizar, es que desde ahora y hasta 2020 el Estado estará en condiciones de cumplir sus promesas constitucionales. En otras palabras, la reforma da por sentado que el déficit no superará el 6% este año, el 4,5% el que viene y el 3% en 2013, y que disminuirá paulatinamente hasta el 0,4% en 2020. Pero si los mercados tuvieran esto tan claro como lo tienen el gobierno y el principal partido de la oposición, ¿qué motivo de incertidumbre podría agitarlos? Antes o después, y probablemente antes que después, los mercados caerán en la cuenta de que lo importante no es el nuevo compromiso constitucional sino la senda de aproximación que lo hará viable, y que si ésta ofrece dudas aquél no pasa de ser un brindis al sol.