sábado, 31 de mayo de 2014

El BCE reconoce implícitamente no poder hacer nada por España

El 30 de mayo, publicaron el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra (BoE) un documento que, según sus autores, habíase terminado de redactar el día anterior. Se trata de un documento para la discusión, nada más, sobre el tema genérico de los ABS. Para el lector menos informado, ABS son las siglas de Asset-backed Securities, o "valores respaldados por activos"; es el viejo tema de la titulización, que el BCE y el BoE vienen a presentar como si fuera nuevo. Había mucha expectación por este documento, desde hace meses. Me temo, sin embargo, que va a suponer un jarro de agua fría para las esperanzas de muchos.

Empezaré por lo que se esperaba. La tendencia deflacionista que se viene observando en toda la zona euro ha planteado el debate sobre el uso de herramientas no convencionales (es decir, que vayan más allá de la lucha contra la inflación) por parte del BCE; el BoE, lo mismo que la Reserva Federal de EE.UU., lleva años aplicando la llamada QE (siglas de Quantitative Easing, una forma moderna de política monetaria expansiva) como instrumento para mantener la actividad y el empleo. En la zona euro, el BCE no hace nada parecido ya que incluso las SMP (siglas de Secondary Market Purchases, o "compras [de bonos] en el mercado secundario"), utilizadas desde la crisis de Irlanda en el otoño de 2010, obligan al BCE a esterilizar la inyección de liquidez asociada mediante captación de depósitos a plazo fijo. Lo cual no sería obligatorio bajo las OMT (siglas de Outright Market Transactions, o "adquisiciones en el mercado secundario a vencimiento [del activo adquirido]" pero, como se sabe, este instrumento nunca ha sido aplicado y se encuentra impugnado ante el Tribunal Europeo de Estrasburgo; últimamente, incluso el ministro alemán de Finanzas, Schaubel, ha anunciado que vetará su uso por el BCE. Draghi se encuentra sin margen de maniobra, mientras no ha dejado de prometer que haría "todo lo necesario" (whatever it takes) para salvar el euro y nuestra presencia en él. Implícito está que el euro no tiene futuro donde, como en España, el paro se sitúa en tasas del 25%, si éstas no se reducen rápidamente. Así las cosas, algunos, en realidad muchos, habían propuesto que el BCE pueda descontar el crédito bancario; esto es, que el crédito que el banco le concede a usted o a mí, o al menos a la empresa que le coloca la caldera nueva, pueda utilizarse como activo de garantía en las operaciones de inyección de liquidez del BCE. Así, su banco podría prestarle a esa empresa; inmediatamente descontar ese crédito en el BCE, recuperar la liquidez y volver a prestar a otra empresa; y así sucesivamente, hasta sacarnos del agujero.

Pero, con este documento, el BCE acaba de decir que no. Aparentemente, porque tiene miedo de que no funcione. Veamos; para que funcione hace falta que los tipos de interés salgan de la trampa de liquidez en que están. Así, el banco español cedería al BCE un crédito al 5,5% para emplear la liquidez en prestar al 5,75%; luego descontaría este segundo crédito para prestar a un tercero al 6%; y así sucesivamente. Parece que el BCE no cree que esa subida de tipos pueda producirse, precisamente por encontrarse éstos en una "trampa de liquidez", donde podrían permanecer deprimidos indefinidamente. Pero, con el pretexto de tal escepticismo, lo que el BCE hace es caer en el inmovilismo. ¿Y qué ofrece, en lugar del descuento de crédito a las pymes? Algo que ya existía pero, según el BCE y el BoE, no en medida suficiente, porque el desorden en su emisión contribuyó decisivamente a la crisis de 2007. Se trata, en efecto, de productos derivados, consistentes en "empaquetar" los créditos, calificarlos colectivamente, constituir "vehículos de propósito especial" (fondos de titulización de activos, en nuestra jerga) y emitir bonos de titulización con los créditos como subyacente; tales bonos de titulización serían lo que el BCE estaría dispuesto a descontar o aceptar como activos de garantía. Nada nuevo, repito, porque eso el BCE ya lo venía haciendo. Su apetencia se limita a los ABS, naturalmente; nada de CDO (collateral debt obligations, o bonos de subyacente heterogéneo, que empaquetan créditos de distintos originadores, e incluso créditos conjuntamente con ABS, o ABS de distintos fondos en uno nuevo), lo que es hasta cierto punto lógico dada su característica opacidad. Lo que ya no es tan lógico es que ofrezca como modelo de lo que hay que hacer los bonos que viene descontando regularmente hasta la fecha, producto de lo que denomina, sin rubor alguno, qualifying securitusation ("titulización de calidad"). (En §102, la titulización de calidad se define como aquella "cuyo riesgo y su retribución pueden ser consistente y predeciblemente entendidos", pero en §125 se viene a identificar con lo que aceptan en Europa los bancos centrales, es decir, ellos mismos). En realidad, el documento, más que resultado de una verdadera investigación, como pretende, parece dedicado a hacer pedagogía de los derivados financieros que son del gusto del BCE y el BoE.

En el capítulo de problemas para la expansión de estos derivados, los autores, deteniéndose en los que son comunes a toda Europa, dejan de lado los propios de cada país. Uno de los primeros es la calificación de ABS en países con elevado riesgo soberano. Las agencias de rating ponen un techo en tal sentido. Así, si la calificación de la deuda soberana española es BBB (a dos pasos del bono basura), ningún ABS, por seguro que sea el subyacente, podrá merecer más de esa calificación; y de ahí, para abajo. Lo que significa que los ABS de subyacente originado en España difícilmente podrán alcanzar la calificación de "activos de inversión", dado lo cual no servirán de garantía ante el BCE, con lo que estaremos como al principio. Lo que se le ocurre al BCE es pedir a las agencias de rating que den información sobre la calidad de los ABS, adicional a la incorporada a la calificación. Con ello, abre la puerta quizá (sólo quizá) a aceptar como garantía bonos-basura con buena recomendación de las agencias. Cualquiera sabe.

Hay un problema todavía más grave, al menos para España, que no existe para el documento. Me refiero al problema de los avales personales, que exige cualquier banco para conceder un crédito en la mayoría de los casos. Una de dos, o los bancos renuncian a esa clase de exigencia, o la operación de "verdadera venta" que caracteriza a la transferencia de riesgo mediante la constitución de un vehículo de propósito especial sería tremendamente difícil, si no imposible, con la legislación en la mano. Para empezar no sería posible que el BCE adquiriera los bonos de titulización, salvo que el banco cediera el usufructo de los créditos reteniendo la nuda propiedad. Habría que aprobar toda una nueva normativa sobre crédito bancario para eso. Alternativamente, el BCE podría renunciar a las operaciones temporales (reverse operations, operaciones de compraventa con pacto de retrocesión) para ejecutar sus operaciones por medio de préstamos con garantía pignoraticia, que, estando previstos en su manual de operaciones, no han sido utilizados nunca. Por poderse, lo que se dice poderse, se podría hacer. Lo dudoso del asunto es que habría que cambiar el procedimiento jurídico de garantías para toda la zona euro, siendo así que tal cambio general sólo vendría a resolver un problema de la periferia y no del núcleo duro. Dudoso, como digo; extremadamente dudoso.

Lo más probable es que el BCE opine que el de los avales es un problema de España, que se queda en España. Según eso, para descontar crédito bancario en el BCE, los bancos españoles tendrían que dejar de apoyarse en los avales y pasar a valorar a las empresas por sus proyectos. Algo que la banca española nunca ha hecho, salvo de forma muy selectiva y especializada. Cambiar toda su estructura de actuación profesional para eso supondría una verdadera revolución en el sector, que los bancos españoles, conservadores hasta la médula, no van a querer hacer ni jartos de vino.

jueves, 29 de mayo de 2014

El modelo español hace agua

Lo vengo prediciendo hace meses. Los saldos deudores de España en TARGET2 muestran que desde principios de año el dinero tiende a salir de España. Este dato, que a muchos puede parecer que no justifica una interpretación general de lo que puede estar pasando en la economía española, en realidad, lo dice todo. Porque otros indicadores pueden decir lo contrario; pero eso carece de importancia, porque el que señalo es el más adelantado de todos. Lo que no quiere decir otra cosa que, tarde o temprano, los demás terminarán ajustando su paso al del más adelantado. Vayamos a lo que puede significar el dato.

La salida de dinero tiene su origen en un déficit la balanza de pagos, crónico en la economía española desde el Plan de Estabilización de 1959 y que forzó repetidas devaluaciones hasta nuestra entrada en el euro, las últimas cuatro en 1992-95. Después de 1999, se perdió la devaluación como herramienta de política económica, pero la burbuja inmobiliaria vino a remediar temporalmente el problema. (Siempre digo que las burbujas no son incondicionalmente malas ni buenas, como nada en economía; son buenas mientras duran, malas cuando se acaban). Aunque el déficit latente de pagos seguía ahí, la llegada de dinero del exterior para invertir en el ladrillo vino a suplirlo. Y así se continuó hasta la crisis. Luego vino el pinchazo del ladrillo y la salida de dinero a chorros, sólo compensada gracias al propio mecanismo de TARGET2, que permite anotar el déficit de pagos interbancarios como "deuda" con el Sistema Europeo de Bancos Centrales en lugar de suponer la salida efectiva de dinero del país, evitándose con ello el consiguiente impacto deflacionista. La deuda en TARGET2 creció hasta máximos (434 mil millones de euros) en agosto de 2012; después, se redujo de forma prácticamente ininterrumpida hasta diciembre de 2013, hasta 213 mil millones. Y en los cuatro primeros meses del año ha vuelto a aumentar; poco, hasta 230 mil millones. Pero podría ser un punto de inflexión.

Varios gráficos que publica hoy Miguel Puente Ajovin (@CaoticaEconomia) ayudan a entender lo que puede estar pasando. En primer lugar, las importaciones vuelven a crecer más que las exportaciones; segundo, pese a todo la economía española sigue creciendo, lo que significa que la demanda interior está tomando el relevo de la demanda exterior; y tercero, crece intensamente la inversión en bienes de equipo mientras se mantiene deprimida la demanda inmobiliaria. O dicho de otra forma, las exportaciones hacen de "motor de arranque" de la demanda interior. Cuando ésta coge fuerza por sí misma, pega un tirón a las importaciones, que acaban por neutralizar o incluso superan al aumento de las exportaciones (sobre todo cuando, como ocurre ahora, la coyuntura internacional no ayuda). Finalmente, la "salida" de dinero, aunque sea de mentirijillas, como es el caso con TARGET2, termina por forzar una revisión a la baja de las expectativas de los mercados sobre la economía española. Antes del euro, la especulación contraria se traducía en necesaria devaluación; ahora, en ascenso de la prima de riesgo. Luego yo esperaría una subida de la prima de riesgo a pocos meses vista, si el aumento de la deuda en TARGET2 no se troca pronto en nuevas y firmes reducciones de la misma.

Lo que tenemos es la eterna restricción exterior al crecimiento de la economía española, detectada por muchos notables economistas desde hace décadas. Las duras reformas de este gobierno no han sido capaces de eliminarla, y ahora volvemos a estar al cabo de la calle. Mientras se pudo hinchar la burbuja inmobiliaria, todo fue bien, porque esa burbuja flexibilizaba la restricción, hasta anularla, gracias a la inducción de inversión extranjera. Después, nos cayeron encima todos los males. En agosto de 2012, Mario Draghi ofreció el Banco Central Europeo como solución de recambio a la burbuja, a fin de estabilizar la economía española. Pero ya voces se alzan en Alemania - incluido el propio ministro de Finanzas Schaubel, que hasta hace poco se contaba entre las "palomas" - para decir que, si nosotros debemos 230 mil millones de euros (los que más, por delante de los 171 mil millones que debe Italia), a ellos se les debe 477 mil millones (a los que más), y que verdes las ha segado Draghi prometiendo que el crédito alemán y nuestro débito puedan aumentar tanto como nos venga en gana a los españoles.

miércoles, 14 de mayo de 2014

El dinero no termina de confiar en España

Ahora que unos echan las campanas al vuelo celebrando la salida de la crisis y otros destacan que la presunta recuperación (que dan por sentada para los "ricos") no llega a los "pobres", de manera que la situación económica ha dejado de ser una preocupación según las encuestas aunque lo continua siendo el paro, precisamente ahora hay que decir, con toda claridad, que la recuperación no está ni mucho menos asegurada. Toda la discusión que se está dando acerca del paro es relevante en el plano social, pero hay otra mucho más urgente en el económico, toda vez que si la economía no termina de arrancar (y no arranca) mal podrá reducirse el desempleo.

Verán ustedes, me fijo en un único indicador: la entrada o salida de dinero del país. Me dirán: "¡Pero hombre, algo más tendrá usted que considerar...!" Pues la gravedad del caso es tal, que no. Como el médico en una neumonía doble (y créanme que la gravedad de España no es menor) desecha todo tipo de síntomas excepto la fiebre, y está pendiente de la fiebre hasta que ésta remite, de manera que sólo cuando remite puede tratar otros síntomas, así el economista, ante una crisis de solvencia como la española, que llevó la prima de riesgo por encima de 600 puntos hace menos de dos años, tiene que estar pendiente en este momento de un "termómetro" adecuado al caso, a saber, si el dinero entra en el país, lo que indicaría que la confianza en esa economía retorna a los mercados y la crisis de solvencia se va solucionando, o, si por el contrario, el dinero sale del país, lo que indicaría justo lo contrario.

Ya me referí a este problema en una de mis últimas entradas, donde examinaba la situación de ese indicador hasta marzo. La situación no ha mejorado en abril, mes en el que ha vuelto a salir dinero de España, por importe aproximado de 3.500 millones de euros. En el gráfico de abajo se observa la evolución del indicador, medido por nuestra deuda en el sistema de pagos Target-2, al que pertenecen los miembros del Eurosistema, es decir, el sistema bancario de la zona euro. Abril ha sido el tercer mes, en los últimos cuatro, en que sale dinero de España. Y ha sido un mes de un registro "fabuloso", en términos de turismo (por la Semana Santa), reducción del desempleo, aumento de cotizantes a la Seguridad Social, etcétera, etcétera. ¿Saben qué ocurre? Que esa nueva alegría de la sociedad (no de toda, desde luego, sólo de la parte que ha sufrido menos durante la crisis), ese incremento del consumo, siguen a la percepción de la entrada de dinero, de forma ininterrumpida, entre agosto de 2012 y diciembre de 2013. Pero en los cuatro primeros meses de 2014, el dinero ha dejado de entrar y, en términos netos, ha empezado salir. Concretamente, España ha perdido unos 17.000 millones de euros desde diciembre. Los mercados lo empezarán a percibir con cierto retraso (lo que podría traducirse en repuntes de la prima de riesgo), y la sociedad lo percibirá todavía más tarde.

Me dirán que el gráfico indica cierta vacilación, pero no una marcha definitivamente mala; de hecho, la deuda de España en Target-2 se mantiene aproximadamente estable en los últimos meses. Y algo de verdad hay en ello. Una marcha como la de los últimos meses sería incluso favorable, con tal de que se registrara a un nivel de deuda cero. Pero no se registra a ese nivel; se registra a un nivel de 230.000 millones de euros de deuda de España con los restantes miembros del Eurosistema, lo que equivale a un verdadero rescate de regulares dimensiones, sólo que no instrumentado a través de un préstamo formal sino de un descubierto en cuenta corriente. Es cierto que esa deuda llegó a estar mucho más arriba, en 434.000 millones de euros en agosto de 2012 (la sima que se aprecia en el gráfico), y que se ha reducido en 200.000 millones desde entonces. Esto ha generado el clima de optimismo sobre España, que el gobierno ha explotado y explota hasta la saciedad. Pero España no puede quedarse ahí. Cuando se mantiene una deuda de esas proporciones, o se continúa reduciéndola a paso firme, o lo más probable es que a no muy largo plazo vuelva a presentarse una nueva crisis de solvencia.