lunes, 31 de marzo de 2014

La economía española da muestras de desfallecimiento

El Banco de España acaba de hacer público que la balanza de pagos de la economía española ha vuelto a deteriorarse en enero de 2014, por ampliación de la brecha entre importaciones y exportaciones. Es un dato particularmente desfavorable para el nuevo modelo económico español, eminentemente exportador. Junto a eso, el BdE ha dado a conocer que, en el mismo mes, salieron de España capitales por importe de 4.600 millones de euros, frente a los 28.000 millones que entraron en enero de 2013. Rigurosamente cierto. Lo que resulta más sorprendente es que no haya dado, al mismo tiempo, el dato de febrero en cuando a salida o entrada de capitales, dato que también tiene.

Desafortunadamente para todos, en febrero de 2014 ha vuelto a registrarse una nueva salida neta de capitales. Han salido por importe de 11.000 millones, frente a los 12.000 que entraron en febrero de 2013. Se encadenan así dos meses de salida de capitales, por un total acumulado superior a 15.000 millones de euros, que se comparan negativamente con los 40.000 ingresados en enero-febrero de 2013. Se rompe la serie de dieciséis meses, de agosto de 2012 a diciembre de 2013, en los que habían estado entrando capitales España de forma prácticamente ininterrumpida. Se prefigura un posible cambio de tendencia, de lo más preocupante.

Estos datos de salida de dinero, unidos a la posibilidad de que España pueda estar entrando en deflación y a otros indicadores, como la caída ininterrumpida de las ventas minoristas, anuncian un agotamiento ciertamente prematuro de los efectos de los recortes y reformas del gobierno Rajoy. Y es verdad que estos datos no han afectado, de momento, a la prima de riesgo y a los intereses pagados por la deuda. Pero estos últimos conciernen a la imagen que los mercados se forman de la coyuntura, imagen que siempre va por detrás de la realidad.

jueves, 20 de marzo de 2014

La banca española vuelve a ser la mejor del mundo

Las gentes del gobierno, el partido que lo sostiene y sus palmeros en la sociedad española deberían prestar más atención a quienes desde sus propias filas mandan avisos. Hace unos días, el gobernador Linde del Banco de España planteaba un acertijo que a casi nadie en la derecha, si es que a alguien, parece haber intrigado. De la izquierda, ya ni hablo; luego se dirá que se recorta en sanidad y educación para dar dinero a los bancos. Decía el gobernador Linde que algo tendrá que hacer el Banco Central Europeo para afrontar el vencimiento de las operaciones de financiación a tres años previsto para fines de 2014. Como digo, sus palabras no han excitado la curiosidad de nadie; nadie se ha preguntado de qué rayos estaba hablando. Daré unas pinceladas, para los despistados.

En diciembre de 2011 y febrero de 2012, el BCE convocó dos grandes operaciones de liquidez, totalmente inéditas hasta la fecha; algo así como la tarjeta de presentación de Mario Draghi, cooptado para la presidencia del Banco pocos meses antes. La forma de la operación era la habitual en las de mercado abierto, en particular las llamadas 'a más largo plazo'; el plazo un poco más largo, pues las habituales son a 3 meses, en tanto que éstas eran - ya lo he dicho - a tres años, y el tipo de interés el de las principales de financiación. Lo realmente extraordinario fue el volumen de esas dos operaciones: casi un billón de euros en total. La banca española se quedó con poco menos de la mitad de ese dinero. Un verdadero rescate informal de la banca algo así como doce veces el rescate formal que De Guindos ha querido cerrar tan deprisa... probablemente, en falso. Ya sé que en un caso se trata de 'liquidez' y en otro de 'capital', y que no son exactamente lo mismo; pero la pasta es la pasta. Por tanto, de lo que Linde hablaba un tanto enigmáticamente, y más para el BCE que para el público español, no ofrece duda. La banca española se enfrenta al reto de devolver casi medio billón de euros entre diciembre de este año y febrero del próximo.

Cabe preguntarse qué problema tiene el BCE. Lo inmediato es que los europeos repliquen: "¿Que la banca española tomó hace dos años casi medio billón de euros prestado del BCE y ahora tiene que devolverlo? ¿Dónde está el problema? ¡Que lo devuelva!". Pero la cosa, según Linde, no debe de ser tan sencilla, porque si lo fuera se habría quedado calladito. Como poco, hay medio billón de euros de capacidad crediticia que la banca puede prestar a plazos cada vez más cortos. O sea, no es que el grifo del crédito vaya a continuar dando un hilillo birrioso. No, lo más probable es que el grifo tienda a cerrarse más y más conforme avanza el año. Eso, como poco.

Como mucho, a lo peor el aumento de la morosidad durante estos últimos años ha deteriorado la capacidad de la banca española, o de sectores dentro de ella, para devolver lo prestado. En ese caso, el gobernador del BdE estaría mandando un aviso al BCE, que ya parece ungido como supervisor crediticio de la eurozona (¿o es de la UE?: ni ellos se aclaran) para que se prepare ante una nueva ronda de crisis bancarias en España. No sorprende, así, que De Guindos ande loco por largarse del gobierno, a donde sea, antes de que la cosa le estalle entre las manos. Pues los créditos fallidos con el BCE parecen menos impresionantes que con el sector privado, pero fíate de la Virgen y no corras: ofrecerán una ocasión de oro para que los que nos tienen envidia traten, como de costumbre, de hacernos daño.

martes, 18 de marzo de 2014

Mas y la independencia de Cataluña

Menudo revuelo se ha organizado con las palabras del honorable Artur Mas, en las que no descartaba declarar unilateralmente la independencia de Cataluña, porque descartarlo "le haría perder mucha fuerza". Tanto en las filas soberanistas como en las constitucionalistas le han salido al paso, sorprendidos unos y otros por lo que parece ser el abandono de la vía legal, por la que hasta la fecha había prometido transitar siempre. A mí lo que me sorprendió inicialmente no son las palabras de Mas, que eran previsibles, sino la negativa de ERC a considerar otra opción que la de la consulta y, a más señas, la de la consulta legal. Pero incluso eso resulta explicable, cuando se piensa un poco las cosas.

La reacción de los líderes de Esquerra demuestra que es un partido bastante más serio de lo que se piensa en el resto de España; un partido preocupado por el futuro de Cataluña y que, instintivamente, comprende que nada podría ser más perjudicial para su prestigio internacional que un simulacro de revolución decimonónica hoy, en pleno siglo XXI. ERC quiere hacer las cosas al ritmo que marque la evolución natural de la acontecimientos, sin salidas de tono ni estridencias. También han podido sospechar que Mas les quiere sobrepasar "por la izquierda". Esto plantea la cuestión de qué es lo que realmente ha pretendido Mas con esas declaraciones.

La mayoría ha querido ver en ellas un intento oportunista de capitalizar el impacto mediático de la secesión de Crimea, también planteada a partir de una declaración unilateral de independencia. Al trapo ha entrado el ministro de Exteriores, García Margallo, subrayando el absoluto paralelismo de los dos casos, para a renglón seguido advertir que, lo mismo que la UE y la comunidad internacional se oponen al proceso de Crimea, se opodrían al de Cataluña, sanciones incluidas. Lo que dice García Margallo puede ser o no ser verdad, pero ésa no es la cuestión. En el fondo, a Mas le tiene sin cuidado la reacción de la comunidad internacional, y éste es un punto en el que Mas se separa radicalmente de ERC. Otros han querido ver en estas declaraciones una continuidad con las de Durán i Lleida el pasado mes de octubre en el Congreso, cuando advirtió de que la declaración unilateral de independencia es un riesgo que hay que afrontar. ¿Hay una hoja de ruta?, se preguntan éstos. Puede que la haya y puede que no, y esto también carece de importancia.

Mi hipótesis es que el hecho que ha "disparado" el anuncio de Mas es la reciente evaluación por Moody's de la situación de la economía española, en la que la agencia de calificación de riesgos crediticios se refería explícitamente al proceso catalán y valoraba que, puesto que Mas se había comprometido a dar sólo pasos legales, y dado que el gobierno central no da muestras de ceder, la conclusión lógica es que la independencia catalana será muy improbable en los próximos dos o tres años; como consecuencia, la agencia mantenía una apreciación positiva de la marcha de la economía española. Mas se ha dicho a sí mismo, y nos lo ha dicho a todos, que hay que cambiar eso.

¿Tiene Mas una visión tan fina de las circunstancias económicas? Este Mas, el president de la Generalitat, probablemente no. Pero sí el otro Mas, Andreu Mas, conseller d'Economia i Conexeiment del Govern catalá, verdadero alter ego del president en la aventura soberanista en que ambos han tenido embarcada a Cataluña durante el último año y medio. Andreu Mas-Colell es, aparte de conseller, con toda seguridad el economista vivo de más brillante trayectoria de España. Fue profesor en Estados Unidos, en las universidades de Berkeley y Harvard, y presidente de la Asociación Europea de Economistas. Por su trabajo, tiene el respeto casi unánime de la profesión. Como conseller d'Economia, desde 2010, la política de austeridad y los recortes de gasto no le dieron los resultados esperados, sin embargo. En el verano de 2012 vio una lucecita de esperanza. El crédito de España estaba por los suelos, la prima de riesgo había superado los 600 puntos, la banca española acababa de ser rescatada y muchos opinábamos que el país en su conjunto tendría que serlo también. Andreu Mas, independentista de toda la vida, se convenció de que España entraría en default y tendría que salir del euro, arrastrando a Cataluña, que, sola, podría haberlo evitado. Tras la Diada del 11 de septiembre de ese año, Andreu Mas persuadió a Artur Mas de que, una vez expulsada España del euro, a Cataluña le resultaría más fácil retornar a él estando fuera que dentro del Estado español. Andreu Mas no supo apreciar la importancia del anuncio de Mario Draghi de que el Banco Central Europeo haría "cuanto hiciera falta" para mantener a Italia y España en el euro. O quizá pensó que él conocía mejor que Draghi la incapacidad innata del español para hacer nada a derechas. El caso es que, convencido Artur Mas, éste puso a CiU a la cabeza de la manifestación. Hasta hoy.

Sospecho que, en el fondo, Andreu Mas todavía no ha entendido lo ocurrido en los mercados y en la economía española a partir del verano de 2012. Debe de pensar que algo se hizo mal entonces, por parte de todos, porque en definitiva España no se merece estar en el euro. Acaso opina que habría que corregir eso. Y las recientes palabras de Artur Mas vendrían a poner su grado de arena a la causa. Sirven de aviso a Moody's (y, para el caso, también a Standard&Poor's y Fitch, las otras dos grandes agencias de rating) sobre el riesgo de precipitarse menospreciando la política catalana. Los dos Mas no descartan ninguna medida, incluso si contribuye a hundir el crédito internacional de España, reiniciando el círculo vicioso de pérdida de confianza de los mercados en la economía española, aumento de la prima de riesgo, encarecimiento del coste de la deuda soberana y ulterior deterioro de la confianza. Ambos están dispuestos a jugar la baza de cierto chantaje económico: si España no se aviene a razones, puede que su crédito sufra por el malestar social que se generará en Cataluña, y que como ha revelado Moody's afecta a la valoración de las agencias. En el peor de los casos, si el gobierno central rehúsa negociar, Mas y Mas no retrocederían ante la perspectiva de que su actuación pueda sembrar tal desbarajuste que la salida de España del euro sea inevitable. Incluso es posible que su objetivo sea precisamente lograr eso, cueste lo que cueste. Se habrían empeñado en ganarle la partida a Draghi, con astucia. Como parece que ha querido decir Artur Mas: ellos son David y el Banco Central Europeo, Goliat.