viernes, 30 de diciembre de 2011

2011

Cuando los economistas de dentro de unas décadas estudien la historia económica de principios del siglo XXI, 2011 será visto como el año en que inequívocamente fracasó la política de consolidación fiscal puesta en marcha el año anterior. Todos los sueños de «austeridad expansiva», acariciados desde la cumbre europea de mayo de 2010, demostraron un año y medio después basarse en la pura ignorancia de las verdades más elementales de la macroeconomía establecidas en la Gran Depresión de los años treinta del siglo XX. Irónicamente, fue Friedrich Hayek quien afirmó que la economía se distingue de las ciencias naturales – por ejemplo, la física – en que sus enseñanzas no quedan sentadas de una vez y para siempre, sino que cada generación tiene que aprenderlas de nuevo porque las olvidó alguna generación anterior.

Se esperaba que la austeridad sacara a Grecia, Irlanda y Portugal del atolladero. A la vista está la situación de Grecia, casi dos años después. Pero, muy prematuramente, se alardeó de que Irlanda estaba saliendo, efectivamente. Las últimas noticias que nos llegan del gobierno irlandés, cristiano-demócrata, afín al partido de Angela Merkel, son que tratan de negociar el referéndum sobre la reforma del tratado a cambio de que se les perdone gran parte de los pagos que deben al Banco Central Europeo por los acuerdos ELA (Emergency Liquidity Assistance) con el Banco Central Europeo, pagos que se alargarán hasta bien entrada la década venidera. Están a la «cuarta pregunta», lo mismo que los portugueses, que no consiguen que su economía arranque por más que reducen el gasto público o, mejor dicho, precisamente por reducirlo tanto.

El caso de España no es menos claro. La ignorancia del gobierno anterior le llevó de un keynesianismo naif, de gastar a manos llenas sin ton ni son, a abrazar la austeridad con ínfulas del mejor alumno de la clase. A la vista están los resultados, cosechados a fuerza de tesón y estupidez: hemos entrado en crecimiento negativo, y todas las perspectivas son que seguiremos así durante gran parte de 2012. Lo peor es que el nuevo gobierno comparte cien por cien la alicorta metáfora de que el gobierno es como una gran familia: no debe gastar más de lo que ingresa. Como dice hoy La Razón: la familia es el único baluarte que nos queda frente a la crisis. Apañados estamos.



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