lunes, 2 de septiembre de 2013

La mejora de la prima de riesgo es una tomadura de pelo

Leo un tuit de @_Rubalcaba_ diciendo: "Rajoy no va a conseguir esconder al Sr. Bárcenas detrás de la mejora de la prima de riesgo". Pues me temo que sí lo conseguirá. ¿Y sabe por qué? Porque si ha logrado engañarle en lo de la prima de riesgo también se la meterá doblada en lo otro.
La tan cacareada "mejora" de la prima de riesgo, desde luego, no significa lo que usted cree que significa; y está claro que está usted dispuesto a hacerle a Rajoy la concesión de suponer que es algo "bueno". Pues no, señor. Ignoro la calidad de los economistas que le asesoran a usted ahora, pero resulta evidente que han dejado de advertirle de algo muy importante. Desde agosto de 2012, la prima de riesgo no representa una medida del riesgo asignado por los inversores a una posible bancarrota ("default") del Reino de España, como lo había representado hasta entonces. En aquellas fechas, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, declaró en rueda de prensa que el BCE haría todo lo necesario ("whatever it takes") para impedir el default de España e Italia. A partir de ese momento, la prima de riesgo española inició una senda descendente que la ha conducido, desde un nivel superior a 600 puntos básicos,  a su actual nivel, alrededor de 250. El gobierno ha sido muy hábil en "vender" esa reducción como un logro de su política económica, y usted parece contarse entre las almas cándidas dispuestas a "comprarlo". Pues, le repito, no señor.
Que la reducción de la prima de riesgo no presupone éxito alguno de las reformas del gobierno lo explica con claridad lo que los economistas llaman la "ley de Goodhart", en honor de quien la formuló en 1975. La ley de Goodhart viene a decir que una variable que se convierte en objetivo de política económica deja de servir como indicador de la marcha de la economía. Hasta agosto de 2012, la prima de riesgo era un indicador válido de la probabilidad de default de una economía como la española; a mayor prima, mayor probabilidad de suspender pasos. Pero en agosto de 2012 Mario Draghi la convirtió en objetivo de la política monetaria del BCE. Lo hizo por estimar - con razón - que una prima excesivamente alta encarece el coste de refinanciar la deuda pública, hasta el punto de amenazar la capacidad de pago de un soberano. De hecho, la defaults de Grecia,  Irlanda y Portugal han ido precedidos de alzas desmesuradas en la prima de riesgo; y la prima española amenazaba lo mismo en julio de 2012. Pero, a partir del momento en que el BCE se compromete a respaldar a la deuda española con compras en el mercado secundario (OMT, "outright market transactions") sin límite, si fuera preciso, la prima de riesgo dejó de reflejar la probabilidad de default de España para reflejar la probabilidad de que el BCE deje de hacer honor a la palabra de Draghi. En otras palabras, la prima ha dejado de medir "riesgo" para medir la credibilidad que les merece a los mercados esta política del BCE.
Me pregunto dónde está la "mejora" en todo esto.  Porque ni siquiera puede hablarse de una "mejora" atribuible al BCE más que al gobierno español. Lo único que ha hecho el BCE es inutilizar un indicador muy valioso de los problemas de la economía española; esconder, como si dijéramos, la porquería debajo de la alfombra. Allí, fuera de la mirada atenta de la mercados, el problema ha continuado creciendo y creciendo. Y es que los propios mercados han podido llegar a creer que el problema más grave está resuelto. Los mercados tampoco son perfectos, y sufren accesos de pánico y excesos de confianza, como éste de ahora. Pero el problema de la falta de crecimiento sigue sin resolver. Y, en las condiciones de la actual política del BCE, su efecto sobre la deuda continuará aumentando. Y lo hará hasta que un día nos explote a todos entre las manos.
 

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