sábado, 6 de julio de 2013

Por qué suben las Bolsas con las palabras de Draghi... y quién lo paga


El pasado jueves se asistió a un espectáculo un tanto insólito, aunque no inédito. Lo habíamos visto ya en agosto del año pasado. En una situación económica cuyo horizonte está poblado de nubarrones, en este caso por el temor de los mercados a que la Reserva Federal retire sus estímulos monetarios (la llamada QE, siglas de Quantitative Easing o inyección de liquidez mediante compras directas de activos de renta fija en el mercado secundario), Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, se descolgaba con una no tan velada promesa de que el BCE podría pasar a sustituir a la Fed. En otras palabras, vino a decir que si la Fed suspende su política, el BCE la pondrá en práctica; es decir, la política continuará ahí. La reacción de los mercados fue de verdadera euforia. El Ibex-35, índice del mercado continuo de la Bolsa española, subió nada menos que un 3%, la segunda subida más fuerte del año.

Con la QE pasa algo curioso. En la reunión semestral del Banco Internacional de Pagos (BIS, en las siglas inglesas), de Basilea, de diciembre del año pasado, es decir, hace poco más de seis meses, los banqueros centrales de todo el mundo estuvieron de acuerdo en que la QE no supone un estímulo suficiente para relanzar la actividad económica «real». Lo que hace es inflar una espectacular burbuja bursátil; de ahí la diferencia entre la evolución de la Bolsa norteamericana y las europeas. Pero, poco después, se ha empezado a constatar que la economía estadounidense va apreciablemente bien; se cree que EEUU está saliendo de la crisis. Nadie echa las campanas al vuelo, porque una cosa así ya se creyó en el verano de 2009, y luego nada. Pero, como hay cierta probabilidad de que EEUU se ponga a «tirar» de las demás economías, Bernanke, presidente de la Fed, ha dicho que si la cosa continúa, él retirará los estímulos. De ahí la incertidumbre actual. Hasta ahora, la Bolsa norteamericana ha dado mucho dinero a ganar. Ahora empieza a crearse empleo y, si continúa, la retirada de los estímulos hará que ganen los agentes que operan en la economía real y no tanto los que operan en la economía financiera. Y los mercados financieros se resienten de la perspectiva. Pero ahí está el bueno de Draghi para tranquilizarlos.

¿Por qué dicen Bernanke y Draghi lo que cada uno de ellos dice? Bernanke sabe que lo único que la QE hace es llenar los bolsillos de los operadores con mayor apetito por el riesgo, o sea, los especuladores. Al hacerlo, ellos gastan; no en proyectos de inversión, que carecen de viabilidad cuando la economía real está parada, sino en compras de consumo. Lo cual hace subir el IPC. La inflación estadounidense en mayo de 2013 está en el 1,36%. Lo cual no es una gran cifra, pero Bernanke sospecha que, de no haber QE, sería negativa, es decir, deflación, que es lo peor en su concepto (y también en el mío: en esto estamos de acuerdo); el dato de que la remuneración por hora trabajada haya caído un 3,4% en el primer trimestre del año, lo que supone una pérdida real de poder adquisitivo de los salarios del 5,2%, refuerza la idea de deflación. Por eso, Bernanke dice que va a retirar los estímulos si la reactivación se confirma, no que los retira inmediatamente. Y la lógica está clara: si continúa una política que llena los bolsillos de los especuladores a costa de hacer perder poder adquisitivo a los agentes que operan en la economía real, esa redistribución de la renta actúa como un estímulo negativo a la creación de riqueza y puede frustrar la propia reactivación.

¿Y por qué dice Draghi lo que dice? Esto ya es menos claro. Aparentemente, la zona euro se está quedando sin opciones. La austeridad queda bonita sobre el papel de los libros de cuentas, pero ha conseguido parar la economía europea casi por completo. Incluso Alemania empieza a verse afectada. Sin embargo, los políticos europeos se resisten a dejar la austeridad. No porque les parece buena; tontos no son. A ellos el desempleo les hace daño electoral, o eso creen. No, no cambian la austeridad por otra política porque no tienen otra política. Otra política, quiero decir, que resulte creíble después de años de machacar a los europeos con las bondades de la austeridad. El about face, que dirían los ingleses, es bastante, bastante complicado.

Entonces, ¿qué? Draghi supone no hay nada que hacer hasta las elecciones alemanas de septiembre. Y supone bien, según todos los indicios. Pero si los políticos siguen mareando la perdiz, como acostumbran, él opina que tiene una responsabilidad y trata de ejercerla como mejor puede. Sabe que lo que dijo en agosto de 2012 sobre una oscura política llamada OMT, que nunca ha tenido que utilizar, salvó a España del rescate, y con ella a toda la zona euro. Ahora vuelve a probar suerte. Vaya, que ha aprendido a gestionar hábilmente las «serpientes de verano». Si las Bolsas continúan subiendo y las primas de riesgo bajando, puede que con las palabras baste y no necesite hacer nada más. Además, sólo si Bernanke retira los estímulos él tendrá que activarlos. A menos que los mercados se pongan exigentes, lo cual dependerá de las expectativas generales de la economía global.

Pero, en todo caso, parece claro que Draghi está reconociendo que Europa va dos o tres años por detrás de EEUU. En el mejor de los casos, la «locomotora» norteamericana tirará de los «vagones» europeos y las medidas excepcionales del BCE podrían suspenderse a poco de activarse. En el peor, todo seguirá igual y lo mismo la Fed que el BCE tendrán que, respectivamente, continuar con y enfangarse en las susodichas medidas de estímulo monetario, llenando los bolsillos de los especuladores a costa del poder adquisitivo de trabajadores, empresarios y pequeños ahorradores.



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